viernes, 25 de noviembre de 2011

“LÍNEA FINAL”

Una mañana decidí buscar entre muchas playeras la roja infernal y deslumbrante, el botín derecho parecía perder ganas sin un cordón que le anudara la vida; fedras se encuentra entre los veinte primeros del barrio, la liga es de veintiuno. Ayer el flaco dejo el gafete de capitán no quiere problemas con su mujer; pues su cuñado es el cacique y distintivo de todo lo que significa fedras fútbol club.
Todos los días María se desgañita desde el palco alentando a su flaco de oro como ella lo llama. Rangel duda de ese amor pero en fin lo deja fluir por que es su terquedad, siempre pegado a la banda los deseos se desvanecen junto a la cal de la línea final, es cobarde nunca desborda. La culpa de todo la tienen aquellos botines, se resisten a dejar de besar a la pequeña blanquita.
El cacique fedras tiene un coraje antihumano contra el flaco y todo lo que su presencia pueda descifrar en el pueblo, los tíos locos con los que se sienta a fumar hierba podrida del otro lado del aserradero son poco menos que pusilánimes gatos a su servicio y maldad. Es el flaco un ángel, revuelto de gambetas hilos y tripas, sazonado con buenos sentimientos para amar más allá del entendimiento a María.
Y María es la dulcinea adecuada que rebobina cantos atorados de la hinchada sobre la tribuna. Todos saben quien es el crack, el rompe cinturas, el cancán despectivo y lujurioso del fútbol-flaco, flaco- la caldera ondea su cantico y el hueco se deleita repitiendo para sacar lo mejor del menudito cien; por que siempre es diez veces diez. . .
La mañana siguiente un redoble a lo lejos tomo rumbo y copla desde la plaza, rompió la tranquilidad meditabunda de un pueblo donde las miradas se desvían para ver al club y no atienden dogmas, política y asuntos de otra ocasión. Pero es tiempo de elecciones, elegir un dirigente, una oportunidad de girar la careta; e incluso de quitarla por que no.
Ha comenzado el mitin disléxico, pronuncian propuestas y mareos, una cortina de humo hace al pueblo explotar en hurras sabatinas, misteriosamente el candidato rival se retiro dejando a fedras con una victoria en sus manos. La imagen del flaco recargado sobre el farol lo dice todo, esa cara escueta encierra una forma distinta de estar triste todos los días, desilusionado por vivir sobre esa parte pequeña de este planeta.
Allá en la cantina la banda toca fuerte un triunfo ilegal, mentiroso. Eso al flaco no le interesa; ni siquiera que María festeje junto a su hermano. Como detenerla si es su familia y vive tan engañada como un niño, creyendo en las losas amarillas y héroes de hojalata sin corazón. El propio festejo duro varias mañanas hasta que por fin al sexto día el silencio revolcó la calle para hacerla suya.
Engominado el pelo, la playera térmica puesta, el tenis setentista; disciplina de oropel en tan menuda persona salían como cada mañana a dar un recorrido trotando por todo el pueblo para desanudar cada muslo, costilla, diente y sobre todo pensamiento atorado en esa escuálida calaca con piel.
El roció matinal fue una pila recargable, Rangel trota distraído pero consiente de dar un partido decente esta noche, de dos toques como decía su abuelo. Y así de la nada algo rompe la tranquilidad, una tuba entre cristales obscuros amortiza el canto gallinero, la cuatro por cuatro era lumbre y fiesta de disfraces, era un león cruzando el Serengueti con melena nueva y garras para destazar.
Se a detenido frente a la casa de fedras la inmensa puerta catorce se abre para dar paso a la negra de lentes apagados. Rangel pasó de frente tan rápido como pudo, aunque su curiosidad fue tan poderosa que lo jalo por el cuello para hacerlo recular y enterarse de todo atreves de la hendedura huérfana entre puerta y muro.
Lo que allá observo el flaco simplemente lo hiso tirarse el pique más rápido de toda su lánguida vida. Pavimento, casas, arboles y todo a su espalda era nada con un toque de terror inaudito. Entonces odiaba el camino, la vereda; el propósito de jugar para algo tan sucio y peor aun, vivir dentro de eso mismo sin haberse dado cuenta antes.
Aquella noche un equipo que vestía bien perdía como casi todo el tiempo, y no solo eso para Fedras fue inolvidable; el llamado “alguien” dio parte de las anomalías a las autoridades del condado; contando con detalle como es que en un pueblo por donde Dios no paso existía un estadio esplendoroso para el equipo amateur con piernas de palo y fut inexistente.
En aquel cateo con sirenas distraídas y agentes bigotones, el polvo mágico resulto ser solo un poco más que cal para adornar la cintura del rectángulo. Cientos y cientos de costales desfilaban camino no se a donde, pero lejos de aquí. Compinches, Fedras y hasta María salían esposados encontrando un espacio detrás de las rejas.
Fue sorpresa o solo llanto ver a mi mujer bailando la misma danza. No sabía nada de aquel lugar, personas; no entendía por que un día decidí enamorarme y esconderme de la propia pelota. Comprendí el miedo para llegar a línea final. Camine por un rato en sentido distraído con relación a la tierra, directamente y con sensibilidad histriónica sus labios rompieron la línea perfecta de su boca para dar una explicación. El corazón roto debajo de aquella remera inflo la bocanada más suave de aire y confirmo la despedida; la que nunca vuelve ni siquiera para saludar al recuerdo.

ROBERTO CARLOS VARGAS MENDOZA (ruPErto!!!)

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