jueves, 12 de julio de 2012

"MAREK Y LA PARED"

Todas esas fotografías que cuelgan de aquel paredón hoy ya solo son fragmentos de la tremenda batalla. Los surcos, las huellas, las balas negligentes, el eterno hedor a muerte, la callada brisa que dejo el desperfecto y la solución que nunca acudió. Marek se sentía aludido por aquellas imágenes; en sueños vivía sucesos, tuvo ideas maravillosas arraigadas a su boca, atrapadas. El más pequeño de la radiante Čechy, Marek cubría su aspecto poco afable con su intelecto pulcro. Decía que las estrellas reflejaban las lagrimas de Dios, totalmente tirado al catolicismo afianzaba su fe con oraciones, era un artista insoluto, poco aferrado al terreno que cubría su cuerpo; el alma surgía cuando la incomprensión lo atacaba. Trepado en su bicicleta le gustaba respirar libre, contemplar las formas, los paisajes. Cada comenzar no existía retorno, exhalaba. Vivir así en una sociedad encargandose de desaparecer le aterraba, su casa servia de reuniones para la milicia, se fraguaban estrategias y de vez en vez mujeres desnudas corrían por doquier. Su madre murió en el lejano 89, diva de la palabra argumentaba hasta el numero de cucharadas para el café, "PEMPA" la llamaba Marek de cariño, Petrazcka era esa silueta blanca, hermosa y elegante, los libros bajo el brazo alejaron cualquier inútil esbozo de interés hacia los mortales. Lamentablemente un día le gano el corazón, la elocuencia de aquel soldado sedujo sus ojos negros. Imaginate tu, alguien poco elaborado y todo disciplinado con una distinguida intelectual. Su intensidad para despilfarrar cigarros le armaron tremendo armatoste y desequilibrio hormonal, nunca entendí a bien si el deceso criminal fue su cáncer pulmonar o la tristeza por saberse abandonada. Me encantaba mi madre cuando sonreía, cuando hablaba muy propia, cuando sostenía su largo cabello; cuando recitaba su oración divina. Todo quedo solo en mis vivencias, cuando contemplo todas esas fotos sujetas a la pared, me pregunto si no se cansara de sostener tantos recuerdos, el tiempo; mi tiempo se asusta, se saca de onda cuando observa detenidamente que es ahí donde no puede hacer daño, conmigo se las cobra todas, pues a mis 85 me despoja del cuerpo, me eleva, me retira para tener el mando...para saberse eterno. ROBERTO CARLOS VARGAS MENDOZA (ruPErto!!!)