jueves, 24 de noviembre de 2011

“HISTORIAS REMACHADAS”

Se escucho el altoparlante en aquel lugar, llego la despedida fría y sin más reseñas e itinerarios, la mesa esta puesta y caminas cansada y triste con tu kimono anaranjado esposada de pies y manos; has de pagar las consecuencia sabes así será… lo sabes. El ruido citadino afuera aturde mis oídos vagos, ciegos y sin un solo sentido por exigir, yo pagaré mi condena.
A mitad de semana todo parece tranquilo y sin una brisa errónea, la tv cuestiona, los diarios dominicales asumen la responsabilidad para aprovechar el bajo rendimiento que le sacan a una nota; si, en miércoles se lee mejor algo de domingo. Triste dibujar tu imagen, esa, la del pirata que recorre la barandilla para encontrar a los tiburones.
Fue ayer cuando de pronto escuche el taconeo incesante bajando las escaleras del maloliente edificio 14 sobre aquella avenida insoluble. El sombrero recargado sobre tu hombre derecho pertenecían y contaban historias rimbombantes, me convertí en un dolí pintando un riel sobre la acera adyacente para seguirte, dándole zoom a tu brillante recuerdo.
Fingiste no verme, pequeña y fucílenme de tanta belleza checaste el maquillaje de tu rostro angelical con un pequeño espejo solo para observar si aun seguía tu rastro. Ahí me tienes, atento al contoneo del viento tuyo. Responsable y espigado doblo la calle y me ausento un momento solo para guardar discreción; sabiendo cuanto es que me gusta mirarte.
Magnifica levantas tu mano y enseguida abordas el tremendo amarillo para desaparecer del lugar. Entonces allá voy nuevamente siguiéndote en otro gran amarillo, arremetiendo en un mar de autos lentos y tranquilos no cambiando la cotidiana carrera de su camino. Pues si eh decidido seguirte sin tener tal ves un por que.
Atrapaste el cuadro perfecto, y el reportero asumió las consecuencias de tal imagen. La política correcta y su filosofía remachada jamás lo dejan descansar, todo le sorprende y divaga en un mundo de lo maravilloso. En fin a unos cuantos metros donde detuviste el camino vuelvo con la misma mecánica seguirte con el aliento de mis ojos.
Dejó el auto y cuando has entrado al lugar abordo el cuatro letras abandonado por ti solo para llenar el inconsciente cerebelo. Resopla distante no importando si estoy; te observa hundiéndose en el asiento maldiciendo el volante y rocanroleando enfurecido una injuria sobre tu mísero futuro.
El lugar se llama “LINDO MANHATTAN” esa luz sicodélica anuncia el repertorio nocturno de una vida desordenada. Del otro lado la presentación del nuevo red bull francés y yo descubriendo una historia de arrabal con estilo en la gran manzana; aunque mi destino fura el fútbol y sus costumbres tribuneras.

ROBERTO CARLOS VARGAS MENDOZA (ruPErto!!!)

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