jueves, 24 de noviembre de 2011

“CALLE LOS OLVIDADOS”

Se callo del sillón, entre la ropa de su padre encontró, jaló del gatillo, la ojiva destrozó el ojo izquierdo, perforo sus ideas y encontró salida, sangro de pronto, se esfumo por el mismo hueco. Ese torrente levanto el vuelo, mirar atrás nunca pensó; es mas, instantáneamente olvido quién fue en esta vida, olvido cuando cerro los ojos.
En mi país recuerdo cotidianamente coches del futro, surcan el cielo aves enormes de distintos colores, exuberantes insectos hacen ruidos. Caminaba por la acera de enfrente observaba el humo del ferrocarril que pasa exactamente a un lado del portón de mi casa, lo hace retumbar tan fuerte que en mas de una ocasión a terminado en el suelo.
La vecina gordita siempre anda tras Pedro su hijo de 10 años, tiene síndrome de down y una inteligencia formidable, le gusta que le cuente historias donde lo igual resulta ser tan normal que suena muy lindo y a veces suelo creerlo hasta yo mismo, son simplemente cuentos donde todos los tejados son del mismo color, el cielo tiene el mismo tono y el verde natural es maravillosamente encandilador.
Al final de la fastuosa colonia paracaidista donde vivo, una canción se repite día con día…A VECES PIENSO QUE TU NUNCA VENDRAS, PERO TE QUIERO Y TE TENGO QUE ESPERAR…así es “CAFÉ TACUBA” don polo el viejo que vive ahí susurra la canción todos los días, uno tras otro. El alcohol solo lo deja ver del lado derecho una catarata impide la visibilidad contigua.
Apenas logra observar el monto civilizado de una ciudad al revés se sienta en una esquina y toca la armónica sucia y rota, tan vieja como el mismo Polo. Aquella calle se llama “Valle de los Olvidados” tan adecuada para el miserable viejo. Dos monedas, una ficha, dos botones, nada para el anciano, el como te extraño desde el simple sonido de su instrumento.
El día calienta conforme el sol se pone encima de su cabellera blanca, no parece lo que fue ayer; ni siquiera recuerda el último minuto. Solo retumba en sus oídos aquel grito de gol detenido en su garganta, la caprichosa hizo honor a su bestial nombre para estrellarse sobre el travesaño y morir en las manos de un aficionado rival feliz por la pifia.
Hace mucho tiempo describí esa imagen del anciano que toca sentado en una esquina pidiendo una moneda, estaba recostado sobre los cartones que tiende mi madre para que mis tres hermanos y yo no exploremos la rispidez del suelo, mi estomago solo tiene los pocos frijoles que me tocaron de anteayer.
Trabajo en una esquina limpiando parabrisas, con suerte hoy puedo volver a probar bocado. Una ambulancia se acerca a toda velocidad; en la esquina de los olvidados una muchedumbre esta reunida, es ahí donde se posa la ambulancia el cadáver es el de don Polo le ha ganado el sueño, se le pasaron los litros de alcohol, esa armónica resopla las golondrinas.
Mañana voy a tomar el tren rumbo al fin del mundo quiero ver el jugo limpio del que hablan los que saben de fútbol, mañana rompo mi cochinito y tan solo con esa moneda pretendo empezar a erradicar desigualdad, voy a pintarme un diez en la espalda para ser el orquestador de mi multitudinario sueño.
A veces el sonar de esa armónica sigue siendo el mejor vals para mi colonia. Yo busco sacar esa espina y anotar el gol, con menos chanfle metiendo mas el empeine, con el cuerpo en una postura correcta para que la caprichosa sea dichosa y bese las redes del magnifico tugurio apodado estadio.
Mientras unos cuantos gozan de “gloría” otros sufren por regresar a tomar el lugar que les fue arrebatado, en mi corazón el blanco y el rojo tienen mas fuerza que siempre; el necaxismo vive y lucha como en la época donde el sindicalismo parecía iderrocable… aquel anciano hoy se parece mucho al Necaxa, en mi esta representada la identidad arrebatada a un equipo con tradición grande, tan grande que pocos tienen capacidad de entender…

ROBERTO CARLOS VARGAS MENDOZA (ruPErto!!!)

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